San Fan Co

28 de febrero de 2012

En Padura, quizá lo que menos importe sea la trama. No deja de ser una novela policíaca -hay crimen, hay policía, hay asesino que atrapar- pero sobre todo es una novela que recrea a la perfección ambientes históricos y climas emocionales. En este caso, el autor nos lleva a La Habana de 1989, cuando todavía existía la Unión Soviética y aún subsistían también los restos de una antigua colonia de inmigrantes chinos, un auténtico barrio chino en el que vivían los descendientes de cantoneses emigrados decenios atrás. El sincretismo de sus creencias (el pintoresco altar de san Fan Co), la mezcla real de sus vidas (de la que la bella Patricia Chion el el vivo ejemplo), el particular lenguaje habanero-cantonés (transcrito con los consabidos clichés fonéticos), la ecléctica cocina (la sopa de "alós y pescado" que sirve Juan Chion, las berenjenas con pato en salsa de bambú), los restos de un pasado más vigoroso del barrio y la comunidad china (la Sociedad Lung Con Cun Sol) además de los habituales escarceos amorosos del Conde (adivinen con quién) y sus ires y venires alcohólicos, van conformando un relato agradable de leer, con su regusto amargo también (¿o podía ser de otro modo?). Con todo, al final nuestro detective ve realizado uno de sus sueños que tiene que ver con los alcoholes, tan escasos en la isla, y los buenos locales donde beber, más escasos aún. Padura sale airoso con esta novela relativamente corta (no llega a las doscientas páginas) y pintoresca donde las haya.Un cuento chino en absoluto preciosista  y nada edificante. O sea, literatura de la buena.

(Como se puede observar, acabé comprándome la novela que le regalé a mi amiga Eloísa; si las editoriales no entran en barrena es por lectores como una misma).

Leonardo Padura, "La cola de la serpiente". Barcelona, Tusquets, 2011.

El sexo invisible

19 de febrero de 2012

¿Queréis leer algo diferente? Pues allá va este ensayo un poco especial. Aunque no tiene un arranque especialmente brillante, el planteamiento sí que lo es. Parte del descomunal desconocimiento de esta parte de la anatomía femenina, empezando por las mujeres, pero siguiendo con eximios anatomistas hasta hace bien poco tiempo. A pesar de ese "anillo de Giges" que la ha invisibilizado, la representación plástica de la vulva no deja de estar presente en culturas tan distantes como la cristiana medieval, la griega clásica o la hindú. En el diccionario bizantino por antonomasia, la Suda, del s.X d. C., se nos dice que la letra delta, la de forma triangular, alude no sólo a la primera letra de la diosa Deméter sino a la común representación de la parte exterior de los genitales femeninos...
 El subtítulo de la obra -lo sospeché antes de consultarlo- no está presente en el original y ciertemente despista al lector, ya que parece aludir a una convulsión histórica concreta cuando más bien se trata de rescatar elemntos visuales y simólicos presentes a través del tiempo, si bien con especial agudización en nuestro tiempo. Muy esclarecedora es la parte dedicada al striptease, que se inicia con su precursora neotestamentaria, Salomé. El libro  tiene curiosidades tan estupendas como la de Gypsy Rose Lee, stripper intelectual: voraz lectora, su ideología izquierdista le hizo apoyar al Frente Popular en la difícil coyuntura española de 1936...

Mithu M. Sanyal, "Vulva. La revolución del sexo invisible". Barcelona, Anagrama, 2012                                                                                                                                                                                                          

Ternera a la veneciana

12 de febrero de 2012

¡Y yo sin enterarme de que Donna Leon tenía ya nueva traducción al español de su último Brunetti! Con la poca tele que veo y lo supe por uno de estos programas de la dos que, por supuesto, nadie ve aunque se declare lo contrario. Pero esto ya está solucionado: la novela está ya leída y digerida. Quizá he tardado algo más de lo normal, porque no me acababa de enganchar. El demérito, pienso, no es de la novela en sí, sino del orden en el que libro ha estado en mis lecturas (últimamente he leído novelas -y libros de poesía y ensayo- excelentes y el listón de exigencia estaba un poco alto).
De todas formas, es una novela más que recomendable. Y como viene siendo la norma, aquí se ve que el género negro es el refugio de la crítica social. (Algunas novelas muy buenas parecen congeladas en una España de clase alta, con bellos trabajos y residencias en acomodados ensanches pero resulta que hay vida más allá de esos barrios con eximios filólogos dentro, y el amor desaforado no es más que, dentro de la amplísima gama de lo sentiente humano, uno de los posibles sentimientos). Donna Leon escarba, no sólo en los vicios personales (en la cubierta se alude a la avaricia), sino en los entramados sociales sobre los que crecen y se reproducen...

(El solomillo de la ilustración hace referencia a un elemento, muy plástico, de la trama; al lector le corresponde averiguar en qué sentido y la razón del titulo de la entradilla también).

Donna Leon, "La palabra se hizo carne". Barcelona, Seix-Barral, 2012.



Tragedia lisboeta

5 de febrero de 2012

Esta novela permeneció inédita en vida de su autor. De hecho, no se publicó hasta ochenta años después de muerte, en 1980, y no en español. Como nos señala la contraportada, esta es la primera traducción que se hace a nuestro idioma. Pero también dice la contraportada que la trama absorberá al lector "desde la primera página". Bien, yo creo que no; al texto hay que concederle un tiempo, tenemos que adentrarnos en sus páginas para imaginarnos los personajes y congraciarnos con ellos, para tratar comprender los entresijos de esa minúscula sociedad lisboeta...A la novela le falta, sin duda, una revisión. Hay escenas más bien farragosas (cuando intervienen varios personajes, sobre todo) que quizá hubieran necesitado ser pulidas; hay, incluso, algunas palabras ininteligibles en el original, que se han tenido que señalizar con puntos suspensivos  entre corchetes. Con todo, el autor la consideraba una de sus mejores obras y no le falta desde luego interés, con ese análisis psicológico de los personajes que insensiblemente se van deslizando hacia lo que el título nos anuncia de una forma inequívoca. Una tragedia a la que el lector asiste entre impotente y morboso, leyendo y pensando a la vez si no habría forma de que estos personajes se redimiesen de su propia pasión, de su propia ceguera.
Una hermosa novela, en fin, que la editorial Gadir hace muy bien en rescatar.
(Algunos deslices mínimos no estropean la traducción; en la página 204 un nombre propio aparece escrito una vez con uve y dos con be;  en la página 31 se habla de la "pierna orienal".. ¿la izquierda o qué demonios quiere decir?)


José María Eça de Queirós, "La tragedia de la calle de las Flores". Madrid, Gadir, 2011.