Cenacolo vinciano

31 de agosto de 2011


Donna Leon no se corta un pelo. Habla de lo incomprensible del éxito literario. Dice que ella leyó veinte páginas de El código da Vinci y lo tiró a la basura...
Pero los lectores, ya se sabe, son, además de imprevisibles, testarudos. Y uno de los daños colaterales que ha hecho ese libro (no hablo de los daños infligidos a la literatura) es el hecho de que no se pueda ver La última cena, de Leonardo da Vinci en Santa Maria delle Grazie de Milán más que reservando las entradas con dos semanas de antelación.... Puro papanatismo: para ver otras obras de da Vinci, como el retrato del músico de la Pinacoteca Ambrosiana o el auténtico manuscrito vinciano, el Códice atlántico (repartido entre la Ambrosiana y el propio cenacolo, en una sala aneja), no había casi nadie.
El verdadero enigma de Leonardo da Vinci es el propio Leonardo da Vinci: su curiosidad insaciable, su fantasía desbordante, su ingenio inverosímil, sus creaciones técnicamente chapuceras (como La última cena)...

(En la ilustración, una página del llamado Códice Atlántico).

Declaraciones de Donna Leon a el diario El País, 31 de agosto de 2011.
Carlo Pedretti, Leonardo. Il Cenacolo. Florencia, Giunti, 1999.

Ambrosio de Milán

30 de agosto de 2011

Que la civilización europea es conservadora de eso no cabe la menor duda. Fijémonos, si no, en esos cadáveres tan bien conservados y expuestos en tantas iglesias italianas...En la basílica de San Ambrosio de Milán está nada menos que el mismísimo San Ambrosio, bien acompañado de otros dos santos, Gervasio y Protasio.
Ambrosio de Milán no es una figura literaria comparable a la de Agustín de Hipona (su labor fue más de carácter político e incluso pastoral) pero, en alguna de sus obras, tiene pasajes no desdeñables desde el punto de vista de la calidad literaria. Yo sólo he leído una obra, en una curiosa edición de ultramar que compré...en Santiago de Compostela. Pensaba hacerme con alguna obra más, editada en italiano aunque fuera, pero muchas librerías (como la librería religiosa de la plaza del Duomo) estaban cerradas. Ah, este Milán chiuso per ferie...Menos mal que por lo menos la antigua Mediolanum guarda sus muertos durante el verano al frescor de criptas y capillas.

San Ambrosio, Tratado de las vírgenes. Argentina (sic), Lumen, 1989.

Cyrano

29 de agosto de 2011


Una de las peores cosas que le pude pasar a un autor es convertirse en personaje literario. De otra obra literaria, no de la suya, se entiende (entonces estaríamos ante una autobiografía que es un género casi tan legítimo como otro cualquiera).
Cyrano de Begerac tuvo la mala fortuna de convertirse en personaje de manos de un mediocre dramaturgo decimonónico. Y aunque así haya logrado sobrevivir hasta nuestros días (y pasar por el teatro y la cinematografía y ser algo más connocido que sus contemporáneos), su dimensión literaria y filosófica ha quedado tan maltrecha que no merece la pena.
Savinien Cyrano de Bergerac (1619-1655) fue un escritor irregular, autor de las cartas que hoy traemos a colación, pero también de la que es considerada la primera novela de ciencia-ficción El otro mundo. Sobre todo esto es filósofo, un filósfo libertino, es decir, que reivindica la libertad de pensar frente a cualquier tipo de coacción o imposición externa, sea ésta la tradición, la autoridad o las creencias comunes.
En estas cartas sentimos que sus sátiras no están a la altura de su pensamiento (es un pesado de tomo y lomo) y que su retórica amorosa cae en los más lamentables quiebros chuscos ( o cómo se le puede decir a una dama "Abrasado como estoy ya no me atrevo a caminar por las calles para que los niños no me rodeen de cohetes...",pág. 203). Y sin embargo tiene chispazos, fogonazos de auténtica brillantez que lo salvan a pesar de sí mismo.
Así escribe: "sabed que el hombre ha de sufrir dos muertes en la tierras, una violenta, que es el amor, y otra natural, que nos devuelve a la indolencia de la materia."(pág. 201). Toma ya, por si la dama se hacía iluisón con mundos ultraterrenos...

Cyrano de Bergerac, Cartas satíricas y amorosas completas. Madrid, Páginas de Espuma, 2009. Edición a cargo de Mauro Armiño

Santa Tecla

27 de agosto de 2011


Una de las cosas más emocionantes de mi viaje a Milán fue visitar los restos de los templos del siglo IV d. C. Uno de ellos, el de Santa Tecla, está justo debajo del Duomo. A los restos arquelógicos de esta basílica, junto con los del baptisterio de San Giovanni alle Fonti, se puede acceder por una entrada a la derecha de la puerta principal de la catedral. (Un poco difícil de encontrar, porque está poco señalizado y para entrar sólo hay una máquina expendedora de tiques y un torno). La visita mereció la pena. Mientras que la explanada superior ardía bajo los efectos de unas temperatura inusuales en Milán, allá abajo reinaba el frescor y el silencio más absolutos. No había nadie, ni siquiera las vigilantes que sólo aperecieron mucho más tarde, y por eso resultaba más delicioso aún recorrer los los itinerarios trazados, ver los restos de mosaicos expuestos en una vitrina, imaginar cómo sería ese templo dedicado a la santa (por desgracia cercenado por la construcción de la estación de metro).
Carlos García Gual refiere en un libro precioso y muy divertido las peripecias de esta santa, muy popular en el siglo IV d.C. Una santa tan atrevida y apasionada que deja en ridículo al mismísimo San Pablo, descrito como un cobarde de tomo y lomo en un texto de dudosa historicidad pero, por ello, más entretenido sin duda.

Carlos García Gual, Audacias femeninas. Nerea, 1991.

Bellini en Milán

23 de agosto de 2011


Lo primero que hice después de atravesar Via Manzoni y pasar por delante de la Scala, fue entrar en la librería Rizzoli, en la Galleria Vittorio Emmanuele.
Compré este libro de Roger Fry -el amigo de Virginia Woolf-sobre Giovanni Bellini. En italiano, por supuesto. Pero el arte es la uténtica koiné, el lenguaje común europeo; lo que nos permite entendernos y comprender nuestras raíces en este mosaico minifundista que es Europa.
Aunque si alguien me replicara que no, que la auténtica koiné es Amy Winehouse no sabría qué decir.

(En la ilustración San Girolamo, de Giovanni Bellini, el cuadro que aparece en la portada del libro; al día siguiente, en la Brera, sólo pude ver la Pietá del pintor veneciano en una especie de pecera inmensa donde estaba en proceso de restauración).

Roger Fry, Giovanni Bellini. Milano, Abscondita, 2007.

La tía Julia

21 de agosto de 2011

¿Qué puede hacerte soportable una hora de espera de pie en el aeropuerto? La literatura, por supuesto. Con la tía Julia, se me pasó el tiempo volando. El libro me lo había reservado para estos menesteres y no me ha decepcionado. Aunque al principio no me enganchó, cuando me metí en faena no pude dejar de leer hasta las escalerillas del avión y luego seguí leyendo dentro, por supuesto. Descubrí así que para las compañías low-cost el libro no es equipaje de mano, no es nada: puedes llevarlo debajo del sobaco y es como si fuera un pañuelo o cualquier atavío folclórico. O quizá lo consideren como una biblia y no se atrevan a recovenirte que lo lleves trincado como si de él dependiera tu salvación personal.
La novela es espléndida. La admiración que produce el artificio libresco sólo se completa con la avidez, el deseo de seguir leyendo, que desatan sus historias. Pues no sólo se admira al magnífico escritor sino al cotilla que te cuenta los chismes más estupendos de esa forma tan admirable.
(Adivinanza: de los dos sujetos de la foto, quién es diez años mayor...)

Mario Vargas Llosa. "La tía Julia y el escribidor". Madrid, Santillana, 2011.


La gaviota

15 de agosto de 2011

Si te has leído más de tres libros de un autor, éste está ya entre tus favoritos (no cuenta Homero ni los libros obligatorios del instituto o la carrera). Sándor Márai está ya hace tiempo entre mis autores predilectos, esa suerte que tiene la editorial Salamandra, pues ella los edita y yo me los compro todos. El último publicado ha sido "La gaviota". Una novela densa, casi sin acción, con la que nos quedamos con las ganas de saber algo más, de curiosear algo más, pero que está tan bien escrita, tan intensamente escrita que cualquier objeción que se nos ocurra queda diluida en la perfección de su prosa.
Memorable la descripción de lo que era Europa en el peródo de entreguerras, la Europa anterior a la sociedad del consumo, una Europa resumida en unas cuantas pinceladas, a la que la Segunda Guerra Mundial pondrá un despiadado fin sólo intuido aquí (páginas 14 y 15).
El tema del doble, tratado por tantos autores, de Borges a José Abad, aparece aquí bajo especie femenina, una misteriosa mujer finesa que traerá adherida la sombra de la Otra.
En la página 67 vuelve a hablar de Europa y sus habitantes, con su koiné cultural y su "pena portátil".

(En la ilustración, una fotografía de Budapest nevado, la ciudad que el protagonista ve a través de las ventnas de su despacho y de su casa).

Sándor Márai, "La gaviota". Barcelona, Salamandra, 2011.

El traje gris

4 de agosto de 2011


Ésta no es una novela de Montalbano. El protagonista es el director de una entidad bancaria al que vamos acompañando desde el primer día de su jubilación. Una jubilación no precisamente feliz.(El filósofo José Antonio Marina sospecha que las palabras "júbilo" y "jubilado" no tienen la misma etimología; cf. "Diccionario de los sentimientos", Compactos Anagrama, pág.297).
Es una novela conmovedora, emocionante sin cursilería, que te atrapa sin necesidad de burdos anzuelos. Como en las mejores novelas, trata los temas más simples, los más universales: el amor, la muerte. Desde un punto de vista masculino, no hay duda. Aunque el traje al que se refiere el título (y que adquiere en el texto una contundente carga simbólica) sea femenino.


Andrea Camilleri, "El traje gris". Barcelona, Salamandra, 2011.

Greguerías

3 de agosto de 2011


Me he reído a carcajada limpia.
No todas las greguerías producen este efecto pero hay algunas verdaderamente hilarantes. Yo había leído una selección con trece o catorce años y recordaba todavía algunas. El conjunto de esta edición es magnífico, con las greguería ordenadas cronológicamente y señalando incluso en los medios en los que aparecieron las últimas, cuando ya no resultaban tan chocantes y estaban siendo asimiladas por el gran público. Quizá parecieran inofensivas, un ejercicio de humor blanco pero nunca son exactamente eso. Hay greguerías a la altura del más excelso pensador ("La eternidad envidia lo mortal") o del poeta más sublime, con metáforas tan hermosas como audaces, pero sobre todo hay una imaginación verbal y una inteligencia visual aunadas a la perfección.
Creo que hasta he encontrado en esta nueva lectura de las greguerías ramonianas un lema para el blog:
"La belleza con lunares es una belleza certificada". ¿Os gusta?

(En la ilustración, "Object", de la artista Meret Oppenheim, 1936, objeto surrealista donde los haya).

Ramón Gómez de la Serna, "Greguerías". Edición de Rodolfo Cardona. Madrid, Cátedra, 2008.