Burkini

31 de agosto de 2010


El cuerpo como enemigo. Eso deben pensar los diseñadores -y los compradores también- de esta prenda, el colmo del absurdo y la incomodidad, dada su función lúdico-acuática.
Las mujeres, con este traje de baño, quedan reducidas a un óvalo facial, unas manos prensiles -menos mal, porque si no, cómo iban a nadar- y unos pies desnudos....Eso porque no conocen ese pasaje del Quijote en el que se habla del encanto sensual de los pies de una joven que baña sus pies en un arroyo, pareciéndole al narrador pedazos de mármol bellíismos (cervantinos eruditos, por favor, si podeis ayudarme con la referencia....)
Sólo de pensar en el contacto pegajoso de toda esa ropa dan ganas de no bañarse. O hacerlo completamente desnuda y colgarlo en Youtube, que los extremos se tocan.

Genio y locura

Un insistente lugar común difunde la especie de que los artistas, los escritores -sobre todo los poetas- son más propensos a la depresión y al suicidio. Uno de cada tres, se atreven a decir algunas estadísticas.
Si eso fuera así, las ciudades, los campos, la periferias urbanas de adosados estarían llenas de cadáveres. Habría, en determinados lugares, casi tantos muertos como produjo la Peste Negra de 1348....
Esto no es más que un bulo. Ocurre que, de los poetas y de los escritores, gente ególatra de por sí, conservamos testomonios literarios, cartas ológrafas, hasta documentos visuales. Si son famosos o excepcionalmente buenos, habrán llovido los libros y las monografías que se regodean en esos aspectos escabrosos como cualquier programa televisivo al uso. En cambio ¿conocemos la tragedia íntima del frutero de la esquina? ¿La depresiós que sufre la vecina del 4º? Ni nada sabremos jamás de muchos suicidios de personas anónimas, disfrazados de accidente automovilístico....
Los escritores, señores, no estamos más deprimidos que el resto de los mortales. Es cierto que algunos parecen especialistas en el arte de sufrir. Pero, a pesar de ello, disfrutan contándonoslo.

(En la ilustración, la poetisa Anne Sexton, que se suicidó en 1974 -pero cuántas damas de los barrios residenciales de los años 50 y 60 -cuya vida tan bien describió Betty Friedan- no sufriría depresiones post-parto).

La maldición del cronista

29 de agosto de 2010


Los relatos de Marc Gual tienen una peculiar dicción. Partiendo de un lenguaje en general sencillo, nada rebuscado, esa dicción crea atmósferas inquietantes. Son historias banales a veces que, poco a poco, se van impregnando de una cualidad mágica y terrible, difícil de precisar. Así ocurre en el relato, "La maldición del cronista", que podemos leer como el símbolo perfecto del don (o del castigo) de la escritura, de la compulsión del escritor.
Por contra, en otros relatos, un suceso extraordinario adquiere la categoría de la más sencilla cotidianidad, como en "Todo el mundo lo sabe" en el que, un viernes por la tarde, aparece un hombre crucificado en el rellano de una esclera de vecinos...
Hay un relato, "El heredero", pleno de estilizada crueldad, en el que una dramática historia familiar fecunda el presente.
Los relatos de Gual son estructuras no cerradas, herméticamente abiertas podíamos decir. Con ellas, el escritor indaga en los límites difusos de la realidad y la fantasía, de la escritura y la vida. Y el resultado de esa indagación son este conjunto de relatos, heterogéneo pero muy valioso.

(En la ilustración, un dibujo del artista lituano Kestutis Kasparavicius).

Marc Gual, "La maldición del cronista". Sevilla, Paréntesis, 2009.

Feria del Libro

Un bonito cartel, de enorme dimensiones, anuncia la feria del libro de Torre del Mar (Málaga), es decir, un conjunto de casetas alineadas a lo largo del Paseo de Larios. En ellas, las típicas novedades vampíricas, los geronimostilton (esos libros infantiles escudados en un incomprensible anonimato), los novelistas escandi-nabos (si seré mala cometiendo esta falta de ortografía...)....y alguna sorpresa suculenta. Como las "Peregrinaciones de una paria" de Flora Tristán, por un euro. Una edición algo ajada, es verdad, pero con el texto íntegro de esta mujer interesantísima que fue feminista, viajera, líder obrera (bueno, si la hubieran dejado) y una más que notable escritora. Una verdadera ganga.
El volumen tiene también una densa cronología y estudios introductoriso de, entre otros, Lidia Falcón o Carmen Lorca.
Yo había leído la biografía que Evelyne Bloch-Dano había hecho sobre este personaje (y abuela del pintor Paul Gauguin, por más señas), así como la novela de Mario Vargas Llosa que lo tiene como protagonista, "El paraíso en la otra esquina", pero no conocía el texto completo de su obra. Tampoco conocía las cartas que Flora Tristán hace firmar a Simón Bolívar, aunque no son más que un artefacto literario, y que se hallan al final del volumen.

(En la ilustración, retrato de Flora Tristán -1803-1844).

Flora Tristán, "Peregrinaciones de una paria". Madrid, Istmo, 1986.

Evelyne Bloch-Dano. "Flora Tristán. La mujer mesías". Madrid, Maeva, 2001.

Biblioteca privada

28 de agosto de 2010


Mi biblioteca privada es un poco rara, lo sé. No tanto en el continente -estanterías de Ikea modelo Billy o, en su aspecto menos canónico, un mueble zapatero con capacidad para un centenar de libros de bolsillo-, como en su organización. Aquí no se ve mi estante de cristianismo del siglo IV (bueno, a la izquierda un poco, con la biografía de Agustín y su mancha roja en la parte superior), ni el de documentación sobre el deporte. Abajo, a la derecha comienzan los estantes dedicados al XVIII; en el lomo azul se puede leer "Enlightenment", el volumen que compré en el Museo Británico. Los libros amarillos y negros son parte de mi colección de Ágatha Christie, en Debolsillo (Random House Mondadori), compartiendo estante con la Historia de las mujeres de Cátedra y otros títulos de feminismo (el de Flora Tristán), tema que continúa abajo con los verdes moteados de Cátedra, y algunos Anagrama de ensayo que, incomprensiblemente, sostienen a Hennig Mankell (al menos, ahí, seis títulos). La lógica del orden es cero, como se observa. No es extraño que se me pierdan con frecuencia mis propios libros y me sea más fácil encontrar las referencias en internet...

Tess

27 de agosto de 2010

Las novelas son también registros arqueológicos. Registros arqueológicos emocionales. En esta novela de Thomas Hardy se ve bien a las claras. En ella, se plantea un conflicto emocional y personal impensable en nuestra sociedad contemporánea, aunque sí en otras sociedades en las que la libertad personal y la sexual, sobre todo para las mujeres, están restringidas.
Pero hay algo verdaderamente sorprendente en esta novela. Hacia el final, una desesperación intensa, una exaltación del presente, del instante de gozo que salta sobre cualquier consideración, sacude a los protagonistas. Aunque sabemos que tendrá consecuencias fatales, no podemos dejar de conmovernos ante un destino tan cruel como injusto.

(La portada de esta edición es una birria, oscilando entre la inspiración pop y el porno suave -si existiera. Por eso he preferido el cartel de la película de Polanski, que no he visto)

Thomas Hardy, "Tess, la de los D´Urberville". Madrid, Alianza, 2006.

Monserrat


No sé qué se creerán esos mierdas. Esos mierdas que se atreven a quitarle todo a una mujer. Todo lo que puede ofrecer la vida (el contacto con sus hijos, un café con leche por la mañana, el cielo estrellado de agosto, el trabajo bien hecho, ese capricho largamente aplazado). Todo; lo bueno y lo menos bueno, pero lo único que podemos coger con las manos. Porque esos mierdas consideran que una mujer no es sino una piececilla en sus vidas, una cosa ínfima y deleznable que ha tenido la osadía de no seguir sus instrucciones o sus deseos. Esa mujer, encima, con la que han compartido tanto y se han mezclado tanto -hasta su carga genética. Pero, no, no tiene derecho a ser por sí misma, para sí misma. Se ha atrevido a no ser para ti. Y eso, claro, un mierda no lo soporta. Porque sin esa persona, un mierda será sólo eso: la hez de la sociedad, lo más despreciable.

(El asesinato de María Monserrat Labrada Campos, en Lugo, ha roto en España una aparente tregua en este siniestro feminicidio que es la violencia de género).

El detective moribundo

25 de agosto de 2010


Entre las habilidades declaradas de Sherlock Holmes, es posible que no estén las amatorias. Por lo menos, las relativas a las mujeres. En este relato, su amigo Watson -casado hace dos años- reconoce explícitamente que a Holmes las mujeres "no le gustaban y desconfiaba de ellas, pero siempre fue un adversario caballeroso" (pág. 375). Pero descubriremos aquí otro tipo de habilidades en el detective de Baker Steet que le permitirán, cómo no, atrapar a un astuto asesino. Una cajita de marfil, como la de la ilustración, tendrá una importancia especial en la trama.

"La aventura del detective moribundo", en
Arthur Conan Doyle, "Todo Sherlock Holmes". Madrid, Cátedra, 2010.

Café Florián

24 de agosto de 2010


El comisario Brunetti queda con la dottoresa Barbara Zorzi en el café Florián, uno de los establecimientos más afamados de Venecia. Piden café (no dice la autora que lo acompañen con un dulce, como en la ilustración, aunque sí nombra un azucarero de plata) y charlan. No es, empero, una cita amorosa (Brunetti es fidelísimo, ya lo sabemos; uno de los dos o tres maridos fieles que quedan en el mundo). Ni una cita de cortesía. Barbara, aparte de ser hermosa y hermana de la signorina Elettra, es médico. Y, como tal, ha atendido recientemente a la hija del avvocato Carlo Trevisan. Éste ha sido asesinado y Brunetti se ocupa del caso con la minuciosidad acostumbrada. Nunca se sabe a dónde pueden conducir los detalles más triviales en apariencia...
Cuando salen a la plaza, la dottoresa justifica el pesimismo que Brunetti dice ser propio de los venecianos: "Tuvimos un imperio. Ahora -dijo ella repitiendo el ademán que abarcaba la Basílica, el campanile y, debajo, Sansovino´s Loggeta-, lo único que tenemos es esta Disneylandia" (pág.53)-

(Una frase ingeniosa que se merecía, por lo menos, que la traductora se hubiera tomado la molestia de deshacer el sintagma anglosajón, devolviéndole independencia y personalidad a la loggia construida por el Sansvino entre 1537 y 1542, y a sus tres arcos de medio punto y sus ocho columnas marmóreas; en cambio sí castellaniza la ciudad de Disney, más afín culturalmente.)

Donna Leon, "Muerte y juicio". Barcelona, Seix-Barral, 2007.

Moralista

21 de agosto de 2010


Todo escritor de novela negra es, en el fondo, un moralista. No un señor -o señora- al que le gustan las moras, zarzamoras u otras frutas del bosque, sino alguien que expone los vicios de una sociedad y los fustiga.
Dicho así, no queda muy bien. Parece algo irremediablemente pasado de moda. Pero sí podemos remediar esa impresión de que el escritor es un tábano social -vulgo mosca cojonera- si certificamos que la dimensión moral es inherente a la persona humana. Y que el escritor, mal que le pese, no escapa de esa vulgar condición humana.
Ese moralismo del género negro queda patente si lo comparamos, por ejemplo, con la novela rosa. Este género sigue la premisa de que el sentimiento amoroso es lo único válido y lo que mueve el mundo, sobre todo el mundo de las mujeres. Creencia perniciosa donde las haya y que impide un conocimiento cabal de las relaciones humanas y del mundo humanizado en general (no hablo ya del mundo de la física, la historia, la literatura, las finanzas...etcétera).
El género negro, presa muchas veces de onerosas convenciones, es un excelente medio para comprender las sociedades contemporáneas. E iluminarlas con el particular haz ético que el escritor tiene a bien ponerle.

Desdichada Dido

20 de agosto de 2010

Una de las características más sobresalientes de la escritora Isabel Barceló es su imaginación poética. Si la novela histórica se enfrenta a graves problemas en su elaboración, con el necesario acopio de datos arqueológicos y fuentes literarias, en el caso de un episodio mítico como el de Dido, el problema es casi insoluble.
Ignoro las fuentes que ha utilizado para su novela, pero el recurrir a la Eneida, en su capítulo IV, parece lo más obvio. Pero lo que es aquí una parafernalia de dioses -insufrible para el lector contemporáneo- y reiteradas alusiones al pudor por parte de la reina -del mismo modo insoportables-, han desparecido en la novela, sustituyéndolos la autora por un delicado análisis psicológico y una amable puesta en escena. El encuentro entre Dido y Eneas, su aventura en la cueva, sigue el modelo virgiliano. Pero la culpa ha desaparecido y el deseo amoroso ocupa, triunfante, su trono.

(En la ilustración, Rêverie, del pintor John William Godward -1861-1922)

Virgilio, "Eneida". Madrid, Espasa-Calpe, 1991.

Isabel Barceló Chico, "Dido reina de Cartago". Madrid, Es ediciones, 2009.

La tentación

19 de agosto de 2010

El segundo no me ha gustado tanto como el primero. Suele ocurrir -me refiero con los libros. Después de leer con avidez la primera novela de la Fossum, se me está atragantando la segunda. La culpa la tiene, en gran parte, la editorial, que ha destrozado por completo la intriga con su contraportada tan informativa. Es cierto que una novela negra buena no se sustenta en exclusiva en la trama, pero sí radica ahí uno de sus principales encantos.
Yo jamás tengo la tentación de leerme el final a ver lo que pasa. O me interesa el texto, con todas sus consecuencias, o lo abandono. Muchas veces con la vaga intención de volver...Sí, soy débil con los libros. No puedo negarles casi nada.

(En la ilustración, Adán y Eva, pintados por Masolino da Panicale; capilla Brancacci, iglesia del Carmine, Florencia).

Karin Fossum, "El ojo de Eva". Barcelona, Debolsilo, 2010.

La emperatriz amarga

17 de agosto de 2010

Todos hemos leído las "Memorias de Adriano", la novela de la escritora de origen belga Marguerite Yourcenar. Y quizá haya sido uno de los motivos por los que hemos seguido leyendo novela histórica.
La novela de Manuel Francisco Reina narra el reverso de la historia que allí se narra. El mitificado emperador Adriano tuvo una esposa, Lucia Vibia Sabina, cuya vida, en efecto, pudo llenarla de amargura. En la primera página de la novela, la emperatriz hace balance de su vida mientras se prepara para morir. Va a beber, de su propia mano, un potente veneno. Pero antes relata a su amiga, la poeta Julia Balbila, los avatares de su existencia. Como escribe el autor: "Ésta es la historia de una mujer fuerte e infeliz; una mujer noble no sólo por su ascendencia, sino por su manera de corresponder con (sic) sus ilustres ancestros y enfrentar su destino funesto con tanta grandeza, incluso en sus más deplorables miserias" (pág. 23).

(En la ilustración, lámina botánica de la Datura stramonium, potente veneno; hay otras especies de Datura, de carácter ornamental y origen sudamericano)

Manuel Francisco Reina, "La emperatriz amarga". Barcelona, Roca, 2010.

Lecturas de verano

11 de agosto de 2010


Por qué. me pregunto, algunos lectores se reservan para el verano las lecturas más tontas, los libros más chapuceros escritos por autores inhábiles, los pseudonovelistas más vergonzantes. Como si las altas temperaturas fuesen la coartada para deleitarse con cosas que, por poner un ejemplo, nunca diríamos que son nuestros libros favoritos si nos lo preguntara un encuestador o un periodista radiofónico.
El calor no autoriza la tontería. Es más, el verano procura tiempo, el horizonte perfecto para perderse en la montaña mágica o entre la toga de Virgilio.
El calor no entontece. Antes bien, nos hace crepitar las neuronas, que están más excitables y más aptas para todo tipo de sensaciones. Las literarias incluidas.

Ojos de Eva

10 de agosto de 2010



Los libros son como la cerezas: una se enreda con otra.. y así hasta que se acaba el cesto. Ya tengo mi segundo "Fossum" (pero si en vez noruego suena latín puro y duro).
Y, como no tengo remedio, he vuelto a leer la contraportada, que vuelve a ser demasiado informativa. Ah, y esas citas sublimes (pero anónimas) de diarios importantes...
Bueno, os dejo. No pienso perder ni un minuto más con el blog. Me voy directa a la cama con mi libro. Para qué nos vamos a andar con prolegómenos en la habitación de al lado.

(En la ilustración, bustos de Eva y Adán realizados por el escultor, pintor y arquitecto granadino Alonso Cano, 1601-1667).

Karin Fossum, "El ojo de Eva". Barcelona, Debolsillo, 2010.

El último encuentro



Este blog es un poc raro. Me doy cuenta de que apenas he hablado en él de libros o escritores que me han gustado de veras y que me han llegado a marcar como lectora (como escritora, que lo digan los críticos). No he hablado de Alejo Carpentier, ni de Nabokov; de Caballero Bonald o de Bufalino apenas de pasada. Y mis decimonónicos favoritos (Galdós, Pardo Bazán) ahí están en una especie de limbo, como pidiendo perdón por ser y estar. Y sin compartir su mínimo protagonismo con los franceses (Balzac y Flaubert)u otros españoles como Leopoldo Alas, el padre Coloma, Armando Palacio Valdés o Pedro Antonio de Alarcón (que no es sólo una calle repleta de bares).
Y qué decir de los centroeuropeos: ni Thomas Mann, ni Böll, ni Musil, ni Broch, n Márai...
Esto hay que remediarlo. Empiezo por el escritor de lengua húngara Sándor Márai (nacido en Kassa, hoy Eslovaquia,en 1900, y muerto -se suicidó- en Estados Unidos en 1989). De los ocho libros que me he leído de él, el que más me gusta es "El último encuentro", precisamente el únio que poseo en edición de bolsillo. Y mira que me resistía a leerlo, por considerar hasta cierto punto un esnobismo la valoración de todo escritor centroeuropeo como parecía estar ocurriendo en los suplementos literarios y hasta en el boca a boca.
Lo leí y me fascinó. Y le siguieron, "Divorcio en Buda", "La herencia de Eszter", "La amante de Bolzano", "La mujer justa","La extraña", "Confesiones de un burgués" y los "Diarios.1084-1989". Todos publicados por Salamandra.

Sándor Márai, "El último encuentro". Barcelona, Salamandra, 2002.

Ojos verdes

9 de agosto de 2010


Ya sabemos que la detective Kinsey Milhone es una trabajadora concienzuda y metódica. Va anotando todos los detalles de sus casos en fichas de cartulina, y luego redacta primorosos informes con su Smith-Corona -pues, recordémoslo, vive en una idílica época anterior a pecés, blackberries o aipods.
Los escritores deberían tomar nota y ser, de igual modo, sistemáticos y minuciosos. Sue Grafton incluida. Pues siempre hay pequeños detalles que se escapan a quienes pergeñan criaturas literarias. Y, o bien te creas tus propios muñecos, como Balzac con los personajes de la Comedia Humana, o lo anotas todo lo que has dicho sobre tu personaje.
Así, nuestra querida Kinsey no tendría "ojos color avellana, pestañas castañas", en la "F de de fugitivo" (página 23), y en la "T de trampa", "(...) ojos verdes orlados de oscuras pestañas" (página 273). En fin, un pequeño lapsus que quizás pueda justificarse porque en el primer caso es Kinsey quien se describe, y en el segundo es otro personaje quien lo hace...Porque no creo que Kinsey haya cambiado de gustos (su falta de coquetería es proverbial: no se maquilla, ella misma se corta el pelo con unas tijeras cortauñas y sólo tiene un vestido negro, que lo mismo sirve para cóctel que para funeral), y se haya mercado unas lentillas de color verde...Eso sí que resultaría imperdonable en el personaje. Querida Kinsey: no cambies. Sé siempre fiel a ti misma.

(En la ilustración, una Smith-Corona setentiana).

Sue Grafton, "F de fugitivo". Barcelona, Tusquets, 1992.

Novela con fiordo

8 de agosto de 2010



Pues sí, mi amiga Eloísa tenía razón. No en lo del tinto de verano, sino en lo buena escritora que es Karin Fossum. Es verdad que sus policías no se nos hacen tan cercanos (no por lo menos en la primera novela),quizá porque la vida privada de los investigadores tiene menos protagonismo; y cuando lo hay, casi que es para Kollberg, el perro de Sejer, el poli maduro que vive solo.
Supngo que hay una koiné policíaca, un lenguaje común a escritores de idiomas muy distintos. Que proscribe, por ejemplo, las florituras del lenguaje (que tan bien funcionan en García Pavón y su Plinio), o la irracionalidad en el conjunto del discurso narrativo. Por eso nos encontamos cómodos en este molde literario, aunque los contextos culturales sean tan distintos.
Pero Fossum destaca por cierta implacabilidad (de los acontecimientos, del corazón humano), que no es delectación morbosa o búsqueda de los aspetos más atroces.
Y carece de esa complicidad sentimental que con tanto ahínco parecen buscar muchos escritores.
Una novela estupenda, con su dosis de crueldad. Y su vuelta de tuerca final, cual conviene al género.

(En la ilustración, fiordo noruego; en la novela se cita uno, con monstruo y todo, aunque de forma muy marginal).

Karin Fossum, "No mires atrás". Barcelona, Debolsillo, 2010.

Pescaíto

6 de agosto de 2010



De acuerdo: no tengo remedio. Me he vuelto a comprar otro con dos "eses",es decir, otra novela firmada por un autor nórdico (nórdica -noruega- en este caso) con esas letras en su nombre...
Claro que decir "nomevolveréacomprarunautorcondsesesenelapellido" es tan tonto como decir que no te compras ningún autor en lengua hispana que tengo una "zeta" en su firma (hasta yo estaría incluida).
Debe ser que los extremos se tocan. Que nos gusta lo que nos parece exótico. Y la recomendacón de mi amiga Eloísa, en un chirnguito de la playa, comiendo pescaíto frito y espetos de sardinas, no podía sino dar este resultado. Y es que del gusto literario de mi amiga me fío, porque, en general, coincidimos. (No tanto en cuanto a bebidas, porque a ella le gusta el tinto de verano con limón, y a mí con "casera").

Karin Fossum, "No mires atrás". Barcelona, Debolsillo, 2010.

Éxtasis

4 de agosto de 2010


Que el arte religioso barroco esté impregnado de una fuerte sensualidad puede parecer, a nuestros ojos, algo sorprendente. Lo es tanto más cuanto hemos asimilado el componente ascético y represivo del catolicismo que, hundiendo sus raíces en el antihedonismo paulino y agustiniano, se expresa con renovada vitalidad en la Cntrarreforma. Pero la realidad del Barroco es compleja y nos basta con acudir a las obras artísticas del período para acceder, incrédulos, a un arte exuberate y vitalista, completamente apegado a la plasticidad corporal más rotunda.
El caso de Bernini se cita, con una media sonrisa, como ejemplo de lo equívoco que puede resultar este arte al servcio del catolicismo post-tridentino. En el "Éxtasis de Santa Teresa", la finalidad religiosa no puede borrar una impresión de índole claramente sexual. Asimismo, la "Beata Ludovica Albertoni",también de Bernini, expresa hasta el paroxismo esa confusión entre lo místico y lo sensual.
El tan citado texto de Santa Teresa de Jesús sobre la transverberación (el momento representado por el escultor, cuando un ángel traspasa con una flecha el corazón de la santa) no hace sino incidir en ese equívoco misticismo. En otro pasaje del "Libro de la vida", Santa Teresa escribe, muy expresivamente, cómo se resistía a esas experiencias religiosas: "Algunas podía algo; con gran quebrantamiento, como quien pelea contra un jayán fuerte quedaba después cansada; otras era imposible..."(pág.265).

(En la ilustrración, detalle del "Éxtasis de Santa Teresa", de Gian Lorenzo Bernini, 1647-1652. Capilla Cornaro, Santa María della Vittoria, Roma).

Santa Teresa de Jesús, "Libro de la vida". Madrid, Cátedra, 1990.

El perro

2 de agosto de 2010



Henning Mankell, como otros autores de novela negra -Lorenzo Silva, por ejemplo- tiene una producción literaria dirigida al público juvenil. Del sueco, hasta el momento, no había leído nada. Ahora tengo sobre mi mesa este libro cuyo comienzo me gusta (la primera frase): "El perro. Fue con él con el que empezó todo" (si bien esta construcción sintáctica, la de la segunda frase, es mejorable).
Joel, el protagonista, es un niño de once años. Su padre es leñador y viven en ese fabuloso norte sueco, lleno de madera y frío. Pero el niño sueña. Sueña -como muchos adultos- con lugares exóticos...

Henning Mankell, "El perro que corría hacia una estrella". Madrid, Siruela, 2008.

Dido

1 de agosto de 2010


Ya tengo el libro de Isabel -la estupenda escritora que nos ilustra y entretiene con su blog "Mujeres de Roma"-, "Dido, reina de Cartago". Apenas he leído unas páginas, pero pinta muy bien. Con un lenguaje muy cuidaddo, sin innecesarios arcaísmos ni una carga arqueológica excesiva, va narrrando los primeros momentos de la huida de Tiro de la simpar reina Dido. El relato está construido desde la perspectiva de Imilce (apenas una niña cuando la tiria comienza su singular aventura) y de su secretario y fiel escriba Karo.
La novela histórica es un género muy difícil, una proeza técnica, se mire desde donde se mire (el lenguaje, el punto de vista, la recreación de la época, la elección de los personajes, la dosificación de la acción, el sostenimiento de un argumento...). Pero no dudamos ni un sólo instante de que Isabel saldrá airosa de esta durísima prueba. Ya iré contando.

Isabel Barceló Chico, "Dido reina de Cartago". Madrid, Es ediciones, 2009.