Última noche

23 de diciembre de 2009


Una atmósfera densa e irrespirable: ése es el tapiz de palabras que ha creado el autor para bordar a su personaje, para sumergirlo en algo más denso que el agua, más viscoso que el odio. Luis, un ex-policía, ha matado a un hombre. Pero no hay culpa, no hay dolor; sólo un asco metafísico al modo de Camus.
El personaje de la madre enternece: a los setenta, después de un cáncer de pecho comprende ella (o sus hijos) que no ha disfrutado, que no sabe lo que es un paseo, un tiempo exento de obligaciones familiares, unas tapas generosas, unas horas porque sí, unas horas para sí.
Una novela que excede las convenciones del género negro para crear un relato creíble, con un paisaje cotidiano (Zaidín, Cenes, La Chana: nombres familiares para los del terruño) pero vertido en el molde de lo universal, fundido con la peripecia del no-héroe, evitando así el marchamo costumbrista o la anécdota facilona.
Una novela excelente de verdad. La novela que todos deberían leer estos días de vacaciones.

Francisco Ortiz, "Última noche en Granada". Zaragoza, Mira Editores, 2009.

El género peligroso

20 de diciembre de 2009

La novela histórica es un género peligroso. Quizá ni Umberto Eco soño jamás que su novela fuese la unión perfecta de narración detectivesca, ficción, y erudición histórica. Como siempre (desde el Quijote al menos) un manuscrito encontrado es la excusa para introducirnos en la narración ocurrida en tiempos remotos. Pero este inocente lugar común da paso a un relato perfectamente construido, con las dosis de intriga justas y una reconstrucción verosímil de la vida monástica en un cenobio del siglo XIV.
Cuando leí la novela, aún había pesetas. Y, broma del editor o del minorista, la novela cuya acción transcurría en el año 1327, me costó eso, 1327 pesetas.

(En la ilustración, Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, protagonistas de la película homónima. O comoquiera que se llamen en el siglo).

Umberto Eco, "El nombre de la rosa". Barcelona, Lumen, 1983.

El mártir intangible

18 de diciembre de 2009


Concluye la campaña realizada en Alfacar y no ha aparecido ni rastro de Federico García Lorca ni de sus desdichados compañeros de muerte. Ni siquiera casquillos de bala o trozos de vestiduras u otros vestigios materiales.
¿Dónde estarán sus restos? ¿Nos serán, definitivamente, hurtados? ¿Jamás podremos daber dónde están sus huesos, cómo fue su muerte?¿Se convertirá para siempre Federico en un martir intangible?
Un mártir cuya realidad corpórea existió en verdad sobre la tierra y dio sus frutos, voluntarios unos (los de su obra), involuntarios otros (los de su muerte). Pero cuyos restos no podemos encerrar en un cofre ni pueden ser objeto de culto en peregrinaciones masivas.
Federico no se deja atrapar más que por el campo labrado de un párrafo, por la irregularidad triunfante de unos versos.

(En la ilustración , un relicario románico del siglo XII).

Ficción

16 de diciembre de 2009


Un turista visita la plaza de la catedral. Con disgusto comprueba que el lugar está ocupado por un acto político: el primer ministro del país está dando un mitin. De repente ve cómo se forma un tumulto: el primer ministro ha sido agredido y sangra abundantemente. Un perturbado mental le ha arrojado al rostro, desde una escasa distancia, un souvenir de plástico y yeso. Cuando lo detienen aduce: "Yo no he sido, yo no soy nadie".
El turista ha visto algo sorprendente pero no sabe si contárselo en a la policía.
Al día siguiente, una prostituta que acaba de publicar un libro sobre sus andanzas con el primer ministro pospone su presentación.

Bonito arranque para una novela negra ¿no?

Banda sonora

14 de diciembre de 2009




Si tuviera que ponerle banda sonora a mi blog entero, le pondría a Mónica Naranjo. Tan encantadora, tan mega-kitsch.

La toilette intime


Es fama que el pintor Watteau, poco antes de morir, destruyó algunas de sus pinturas por considerarlas "libertinas". A lo largo de toda su trayectoria artística había pintado bellos desnudos femeninos y muchos lienzos que amparaban una lectura harto licenciosa. Quizá como ningún otro artista coetáneo, describió las dulzuras y las variaciones casi infinitesimales del amor sensual .Su amigo y biógrafo, el conde de Caylus nos refiere la piadosa leyenda de que su última obra, antes de su inesperada muerte, fue un Cristo crucificado....Las contradicciones son sólo aparentes. Antoine Watteau (1684-1721) fue un pintor de su tiempo, religioso, como no podía ser de otra forma. Pero en su obra nos habla de la satisfacción de los apetitos sensuales, de la belleza de este mundo, de las delicias sensoriales de la música y la danza. Bien partiendo de mundos irreales, como una hipotética isla del amor o Citerea, bien desarrollándola en espacios domésticos e íntimos como lo es la habitación de una hermosa joven.

Herminia Luque Ortiz, "Watteau, la pintura libertina, y otros ensayos dieciochescos".

Última noche en Granada

12 de diciembre de 2009


Por fin tengo la novela en mis manos: Santa Agapea me consigue todos los libros posibles; incluso aquellos, como éste, publicados en el otro extremo del país (que tambié fue Al-Ándalus), en Zaragoza, en la benemérita editorial Mira.
Abro el libro al azar: unos personajes deambulan por el parque García Lorca. Pero seré ordenada y empezaré por el principio: las cosas buenas tienen que ser empezadas por el principio y degustadas con parsimonia hasta el final.


Francisco Ortiz, "Última noche en Granada". Zaragoza, Mira Editores, 2009.

Tacones forever

11 de diciembre de 2009

Creo que debería cambiarle el nombre al blog. Nada de lunares, que crea una asociación de imágenes demasiado folfklórica. ¿Y si lo llamara "novela con tacones", "novela y tacones", "con un par de tacones" (¿de qué me suena esto'). O "tacones en negro". O tal vez"zapatos con tacones y novela con..."
No, no funcionaría. Dejemos cada una de la pasiones donde le corresponda: una en el imaginario estético (la literatura, el arte), la otra en el reino de lo efímero (la moda).

La tumba nómada

10 de diciembre de 2009


¿Qué hacer si tu padre resulta que es el asesino de García Lorca? La actriz Emma Penella (en la foto) debió hacerse miles de veces la preguntas con el acíbar en la boca.
En el libro del investigador Gabriel Pozo al parecer se hacen nuevas revelaciones sobre la muerte del poeta y su asesino, Ramón Ruiz Alonso, el padre de la actriz. Y hay más testimonios que parecen confirmar lo que la excavación de Alfacar por ahora nos dice: que no hay cuerpo alguno allí. Que la tumba de Lorca es una tumba nómada. Una tumba viajera sin remedio.

Fernando Valverde, "Lorca, muerte (sin resolver) de un poeta". El País, 10 de diciembre de 2009.

Justicia uniforme

8 de diciembre de 2009


Ésta es la Italia brunettiana, que no debe distar mucho de la real:
"Brunetti sabía que, en Italia, un escándalo tiene el mismo período de caducidad que el pescado fresco: a los tres días uno y otro están inservibles, el pescado porque huele mal y lo otro porque ha dejado de oler" (página 212). Aunque para nuestro comisario su paisaje cotidiano tiene una belleza de la que no deja de admirarse, ya sea en un receso de las actividades de investigación o en el breve trayecto de un traghetto.
En esta entrega, Brunetti debe investigar la muerte de un joven alumno de una academia militar. El joven ha aparecido ahorcado en el interior del establecimeinto. Y las especulaciones no tardarán en dispararse. ¿Qué motivos va a tener un joven de diecisiete años para quitarse la vida?

(El cuadro es del artista Ken Moylan, una vista sobre Ca´Pesaro)

Donna Leon, "Justicia uniforme". Barcelona, Seix-Barral, 2006.

Esjaton

6 de diciembre de 2009

A una tía mía, de igual nombre -Herminia-, le dijeron una vez este piropo escatológico: "Qué lástima que ese cuerpo se lo tengan que comer los gusanos". A mí me pareció la cosa más horrible que se puede decir a persona humana. Pero, andando el tiempo, he llegado a vislumbrar toda la filosofía vital que encerraba la frase, de un hedonismo pimpante. Amén de la tradición funeraria aneja -la inhumación. Frente a esa otra práctica en auge,la cremación, que a mí me parece francamente detestable. Como el piropeador de marras pienso: que disfruten también los gusanos. Digo yo.

(La señora de la fotografía es Maureen O´Hara).

Las novelas de Torquemada

5 de diciembre de 2009


Sí, existía la riqueza en ese Madrid sórdido que describe Galdós. Una riqueza sórdida en forma de usurero avaro y cochambroso, todo junto, pero que despabila y decide casarse con una de las Águilas, unas señoras venidas a menos. Es decir: que pasaban una miseria espantosa (o cómo hacer que un calabacín dure una semana o hacer creer al hermano ciego que ellas comen para darle al invidente el único placer que tiene: la comida) ¿Cuál de ellas consumará el sacrificio de ayuntarse con el avariento cincuentón? El escritor narra muy bien el dilema matrimonial, regodeándose en razonamientos que a nosostros, los lectores actuales, nos parecen disparatados pero que en la narración poseen una coherencia asombrosa.
La novela del ciclo de Torquemada en la que se cuenta el casorio es "Torquemada en la cruz". Alianza ha reunido las cuatro novelas galdosianas que tienen como protagonista al usurero en un solo volumen, con un hermoso fragmento de un cuadro de Ramón Casas en la portada.
En esta novela, Torquemada realiza una especie de culto funerario doméstico a a su hijo fallecido. Pero a quien habría que rendir homenaje es a Galdós, un narrador tan espléndido como injustamente adjetivado a veces.

(El retrato de la condesa de Vilches es de Federico Madrazo).

Benito Pérez Galdós, "Las novelas de Torquemada". Madrid, Alianza, 2008.

Nota: la fecha de las ediciones siempre corresponde a la del libro que he leído; puede haber otras ediciones o reimpresiones anteriores o posteriores.

Sin tumba

4 de diciembre de 2009


No, tampoco Francisco Ayala tendrá su tumba en Granada. Sus cenizas han sido depositadas al pie de un limonero en el Alcázar Genil de Granada, sede de su fundacón (un edificio de origen nazarí al que la avaricia y la estupidez inmobiliarias dejó encajonado entre anodinos bloques de viviendas).
No, Francisco Ayala tampoco tendrá su tumba en la ciudad de la Alhambra; en la ciudad de la desmemoria, en la ciudad desagradecida a ratos; en la ciudad tan bella (no podía ser de otro modo) como engreída.
No, Francisco Ayala no tendrá su tumba en la ciudad. Tendrá la ciudad mezclada en sus cenizas.

(En la ilustración, instalación de la artista Eva Lootz en el Alcázar Genil de 1996).

La flaqueza del bolchevique

3 de diciembre de 2009

A él tampoco le gustan las piscinas, el reino de los hipermusculados, el vasto dominio de lo carnal escenificado. Él, el "cabrón abúlico" como el mismo se define, una mezcla explosiva de acritud y resentimiento hecha adulto, comete la inexplicable torpeza de enamorarse. Ella es una adolescente bellísima (el sueño de todo másculo) y de una inteligencia singular. Pero los sueños son más frágiles aún que la materia neural de la que están entretejidos y cuando alcanzan la cima de la perfección no es sino para despeñarse acto seguido.
La pericia narrativa de Lorenzo Silva estriba en el hallazgo de un tono singular para un personaje perfectamente comprensible, casi manido. Y ese hábil entreverado de suceso trágico, aunque común, y la referencia culta. La Gran Duquesa Olga no se revolverá en su tumba al sentirse aludida, seguramente. Hasta es posible que se sienta de algún modo vindicada. En aras de la belleza y el amor, las únicas teorías no falsables.

Lorenzo Silva, "La flaqueza del bolchevique". Barcelona, Destino, 2007.

Una vida

2 de diciembre de 2009


Guy de Maupassant no llegó a cumplir los cuarenta y tres (falleció, en 1893, un mes antes de su cuadragésimo tercer cumpleaños). Sin embargo es autor de una notable producción literaria tanto en el género cuentístico como en la novela. "Una vida", publicada en 1883, narra con aparente sencillez la vida de una joven, Jeanne. Recién salida del convento, donde ha completado su formación a los diecisiete años y con destino inmediato en el matrimonio, vive momentos de plenitud deliciosos. La descripción de una naturaleza exultante acompaña esa eclosión vital que no durará demasiado.
Pronto comprenderá Jeanne que las hechuras del mundo no son las adecuadas para una jovencita inexperta: la institución matrimonial, los intereses sociales y económicos, las más sórdidas costumbres, mostrarán la cara más amarga de un mundo, en apariencia de seres privilegiados, pero en el que también hay víctimas. Atareada toda su vida en sus ensueños, como ella misma reconoce, se dará cuenta de que el amor se ha esfumado y que "nunca tendría ya nada que hacer".

(La ilustración es un óleo de Auguste Renoir llamado "Verano").

Guy de Maupassant, "Una vida". Barcelona, Alba, 2000.

Estudio

30 de noviembre de 2009


Al comienzo de esta novela, Maupassant describe así el estudio de un pintor tras la febril actividad del artista. Un recinto que también podría ser el estudio de un escritor (el de Goethe en la ilustración):
"Ene sas paredes en donde el pensamiento habita, bulle, se agota en violentos esfuerzos, parece como si quedase extenuado, abrumado en cuanto amaina la actividad. Todo semeja muerto tras esos estallidos de vida; y todo descansa, los muebles, las telas, los grandes personajes inacabados en los lienzos como si la casa entera hubiese padecido la fatiga del maestro, hubiese sufrido con él, tomando parte, cada día en su lucha siempre renovada".

Guy de Maupassant, "Fuerte como la muerte". Barcelona, Bruguera, 1983. Traducción de Javier Albiñana.

Pintoras, fotógrafas, escultoras

29 de noviembre de 2009

¿Por qué no está recogida esta obra en la historiografía artística como uno de los mejores retratos cubistas? Pintada hacia 1915, su autora es, claro, una artista oscura, mal conocida, que anda por loa márgenens de una historia oficial sancionada y escrita de una vez por todas: Olga Sacharoff. Por fortuna ha sido escogida como emblema y cartel publicitario de la exposición que se muestra en el Museo de Bellas Artes del Palacio de Carlos V en la Alhambra. Una muestra algo heterogénea pero que recoge propuestas interesantísimas, desde una joven Gertrudis Rivalta (Cuba, 197!) hasta una Frida Kahlo menor pero emocionante, en un diario lleno de patéticas declaraciones de amor y dibujos como tormentas de color, pasando por una Maruja Mallo, una Meret Openheim siempre original o una Lempicka en naturalezas muertas algo convencionales.

Una artista no publicitada, no expuesta, es, por desgracia, una artista muerta.

"Creadoras del siglo XX". Museo de Bellas Artes, Palacio de Carlos V (Granada, España). Octubre, 2009-enero, 2010.

J de juicio


Esta vez Kinsey hace un poco de turismo. Se desplaza hasta un lugar de la Baja California llamado "Viento Negro". Cuando aterriza alli comprueba, en efecto, que Viento Negro es eso, un viento que arrasta un polvillo volcánico que se pega hasta en el paladar...Aunque el hotel en el que se hospeda al menos hay racimos de buganvillas de color púrpura.
El encargo que tiene es dar con el paradero de Wendell Jaffe un tipo que, tras cometer una estafa en el sector inmobiliario, deja una carta diciendo que se va a suicidar. Pero su cadáver nunca apareció y hay sospechas más que fundadas de que pasea sus huesos por tierras mejicanas...El curso de la investigación llevará anuestra detective a un descubrimiento más increíble aún: ella, que se cree huérfana y sola en el mundo, tiene una apreciable parentela. Y no sabe qué hacer. Literalmente dice: "Parece una lata de gusanos". Henry, más diplomático, afirma: "La caja de Pandora". Y es que una familia, encontrada así de pronto, vaya usted a saber cómo resulta.


Sue Grafton, "J de juicio". Barcelona, Anagrama, 1994.

Víctor Jara

28 de noviembre de 2009


Víctor Jara sí tendrá un entierro multitudinario. Treinta y seis años después de que fuera vilmente torturado y asesinado, tendrá el homenaje que no pudo tener en los oscuros momentos después del golpe de estado de 1973 en Chile. Ahora sus restos, analizados por forenses que han determinado que se le destrozaron las manos a golpes y que fue acribillado a balazos, van a recibir el homenaje de los que lo admiraron entonces y de los que lo admiran hoy.
Como Federico, fue asesinado en plena madurez artística.
Pero ¿qué va a pasar con Federico? ¿Tendrá el homenaje que se merece? ¿No se van a recuperar sus restos y a honrarlos como se debiera?La muerte de Federico García Lorca parece más bien una suma infinita de muertes, el cómputo ilimitado de toda suerte de ignominias.
Víctor Jara descansará al fin en paz, restituida al menos su memoria.

Aluminio

27 de noviembre de 2009


No, Cornelia Weber-Tejedor no cumplirá sus bodas de aluminio, es decir, los diez años de matrimonio. A Rosa Ribas la imaginamos felizmente casada, pues en la novela expresa su agradecimiento a su esposo Klaus ("Sin él nada sería posible", dice). Pero para su protagonista ha imaginado una vida amorosa incierta. Se irá de vacaciones con su amiga Iris, posponiendo las decisiones que conciernen a su futuro más íntimo. A pesar de que ya están incrustadas en el fondo de su cerebro. Como se dice en un pasaje, " en el mundo hay dos tipos de personas, los bebedores de té y los de café". Y Cornelia pertenece al último grupo y su marido al primero. (No sé dónde he leído que el café es la bebida de la razón y el té un lene sucedáneo). No es que personas con gustos diferentes no puedan amarse, pero la felicidad amorosa, ya lo decía Álvaro Pombo, es mucho menos literaturizable.

Rosa Ribas, "Con anuncio". Barcelona, Viceversa, 2009.

Naturaleza muerta

26 de noviembre de 2009



No escasean, aunque parezca mentira, los pintores asesinos (ya me ocupé en otra entradilla de Alonso Cano, acusado de la muerte de su esposa). El bodegonista Meléndez despachó, con una tanda de cuchilladas y en compañía de su hermano, al violador de su hermana. La historiografía no ha logrado dilucidar si la infortunada joven era Ana o Clara, así nos informa Félix de Azúa. El autor en su artículo señala el contraste escalofriante entre el pintor, un auténtico majo, un guapo según la terminología dieciochesca (hoy diríamos chulo o simplemente criminal), y la pintura irreal de sus bodegones, con sus cacharros, sus alimentos descritos con “ojos angélicos o diabólicos, pero no humanos”. No pintó este artista carne alguna ni personas (excepto la suya propia) y sí un repertorio asombroso de utensilios domésticos pintados “como si fueran joyas” . Azúa no deja de asombrarse, y con razón, ante un personaje tan arrebatado y el autor de “una pintura tan fría y detenida”. Yo tampoco dejo de admirarme ante la prosa de Félix de Azúa, su penetración psicológica y su fino análisis estético.


(El bodegón de la ilustración forma parte del paisaje de mi infancia porque una reproducción estaba en la cocina de mi abuela Herminia, aunque el limón no lo recuerdo; mucho tiempo después supe que eso era un pedazo de salmón).


Félix de Azúa, "Una mirada desafiante", artículo publicado en El País el 26 de noviembre de 2009.

Werther

25 de noviembre de 2009


¿Por qué en 1774 una novela como el Werther podía convertirse en un auténtico best-seller? Una novela que, leída con pasión, imitada y traducida hasta la saciedad, creadora de modas en las formas de vestir y hasta de sentir, puede leerse más de doscientos años después sin que hayan encogido sus perosonajes (bueno, la pavisosa de Lotte tal vez) ni menguado su grandeza literaria. ¿Ocurrirá eso dentro de doscientos años? ¿Serán legibles tantos libros vendidísimos, frutos en hojas de las técnicas de venta y publicidad más burdas, exhibidos como mercancía perecedera en las grandes superficie comerciales?
¿Qué sobrevivirá de tanta morralla subliteraria?
¿Quién se acuerda de los grandes folletinistas del XIX? ¿Alguien lee a Manuel Fernández y González, tan popular en su tiempo?
El escritor, si lo es de verdad, ha de albergar la esperanza insensata pero certera de que lo lean las generaciones posteriores.
Mientras se contestan la preguntas anteriores, leamos el Werther y sonríamos un poco al imaginarlo con su frac azul y su chaleco amarillo, tan intensamente desgraciado.


Johann Wolfgang von Goethe, "Las desventuras del joven Werther".
Madrid, Cátedra, 2000.

Haiku

23 de noviembre de 2009


en mi sarcófago
pónganme dos frazadas
y un diccionario

(Dedicado a Domingo Villar, a quien no conozco).

Mario Benedetti, "Nuevo rincón de haikus". Madrid, Visor, 2008.

El accidente

22 de noviembre de 2009

















Esta novela de Ismail Kadaré no es una novela negra. Pese a la faja publicitaria, pese incluso -me atrevería a decir- a los editores.
No es una novela que se pueda adscribir al género porque toda la narración está envuelta en un halo de bruma que casa mal con las convenciones del género negro. Una bruma poética que elude las descripciones detallistas y los diálogos verosímiles. Incluso los signos convencionales de los diálogos, como son los guiones.
El comienzo bien podía ser el de una novela "polar" convencional: en un extraño accidente de tráfico muere una pareja, Besfort Y,. y Rovena St. El conductor del taxi, malherido, hace una extraña declaración diciendo que antes de salirse de la vía vo algo extraño por el retrovisor: la pareja intentaba... besarse.
La debilidad de la anécdota no empece una escritura a ratos mágica, a ratos levemente irracional, con la que se explora, más que un conflicto de dimensión internacional (la guerra de los Balcanes), que sirve como marco algo distante de la narración, la insondable relación que a veces establecen los humanos y que llaman amor.

(La ilustración es un óleo de Alfonso Ponce de León titulado "Accidente", fechado en 1936).

Ismaíl Kadaré, "El accidente". Madrid, Alianza, 2009.

Diceria dell´untore

19 de noviembre de 2009



Hubo una época de mi vida en la que, no pudiendo hacer otra cosa, me dediqué a copiar párrafos enteros de "Perorata del apestado". La M-30 y Moratalaz a lo lejos fueron el contrapunto de una Sicilia estetizada. Copié los párrafos, que me repetía con tenacidad,como si quisiera interiorizar un estilo que no era el mío pero de una belleza tan furibunda que sólo cabía caer de rodillas. Los teletubbies al fondo y una escritora en agraz recopiando al monstruo siciliano.

UNTORE:Distribuidor y fabricante de los untos pestíferos, esparcidos por esta ciudad, para extinción del pueblo...

Gesualdo Bufalino, "Perorata del apestado".Barcelona, Anagrama, 1998. (En la página 12, una falta de ortografía: jirones escrito con "g").

El amante de los diccionarios

18 de noviembre de 2009


Todo escritor debe ser, en mayor o menor grado, un amante de las palabras. Que sea un amante de los diccionarios, no es obligatorio pero sí esde agradecer. Domingo Villar abre cada uno de los capítulos con las distintas acepciones de una palabra. Una palabra en apariencia sencilla, como "barra" o "testigo", pero que de repente se carga de connotaciones misteriosas, de ecos nunca escuchados que pugnan por salir a la superficie del significado. Con este procedimiento, se crea en cada capítulo una tensión interna, una minúscula intriga que se resuelve cuando adjudicamos el significado preciso de la palabra al contenido del capítulo en cuestión. Una micro-intriga muy efectiva.
Todo escritor es, en definitiva, un detective de palabras. Aunque algunos más que otros.

Domingo Villar, "La playa de los ahogados". Madrid, Siruela, 2009.

Los libros subrayados

17 de noviembre de 2009


"Los libros no se subrayan", me dicen un adulto y un joven el mismo día. "A lo sumo" remacha el adulto,"se subraya con un lápiz". Yo les replico lo mismo: que los libros son míos. He pagado religiosamente por ellos; el autor tiene ya sus euros correspondiente -los menos, supongo. Ahora me apropio de ellos; los subrayo con furiosos fluorescentes (ácidos rosas, verdes limones). Los enriquezco con notas marginales o con dibujos alusivos. Un intelectual, afirma Steiner, es aquella persona que lee con un lápiz en la mano, es decir, aquél que dialoga con el texto, no se somete a él; puede admirarlo,reverenciarlo, pero nunca acríticamente. Yo tengo para mí que "libro subrayado, libro amado". El desdén libresco, como el amoroso, pasa por no tocar.

Hannah Arendt

15 de noviembre de 2009

Si por su amante hubiera sido, ella hubiera perecido en cualquier campo de exterminio. No habría escrito la mayor parte de su obra filosófica, como "La condición humana", obra fundamental del pensamiento del siglo XX. Ella era la alumna brillante, él el filósofo consagrado. Es difícil saber qué clase de relación hubo entre ellos, si fue un deslumbramiento mutuo o hubo un amor verdadero entre la joven judía y el alemán neto.
Heidegger, es bien sabido, bajó la cerviz ante el poder nazi. Ella tuvo que huir y acabó instalándose en Estados Unidos.Aún así, pasada la guerra, ella reanudó la amistad y visitó al filósofo en su residencia alemana. Hannah publicó "Los orígenes del totalitarismo", un libro que le valió el reconocimiento internacional. Pero tal vez siguió amando al cómplice de los que la hubieran mandado a la muerte sin pestañear.

Elzbieta Ettinger, "Hannah Arendt y Martin Heidegger".Barcelona, Tusquets, 1996.

K de Kinsey


Cosas de la traducción: en el original la K es de "killer". Así se entiende mejor que la novela comience con la definición jurídica de "homicidio" criminal...Porque eso tendrá que investigar Kinsey: la muerte de una chica, Lorna Kepler, que ha aparecido muerta en el cuchitril en el que vivía. Lorna no era un angelito: se dedicaba a la prostitución de lujo, había participado en al menos una película pornográfica y había amasado una cantidad de dinero sospechosamente alta. Pero tenía una madre. Y las madres, ya se sabe, siempre piensan que los profesores suspenden a sus criaturas porque les tienen manía, y que, hagan lo que hagan, los frutos de su vientre no son lo que parecen...La madre, una vaquera urbana con tanta bisutería encima como para montar una tienda, le pide a Kinsey que investigue. El caso ya ha sido investigado por la policía, por Cheney Philips, y no se ha encontrado al culpable. Pero nuestra amiga es cabezota y, si se empeña en algo, lo consigue. Aunque no sé por qué no se empeña en abandonar esa dieta que incluye hasta bocadillos de máquina...Claro que es Cheney (un Cheney de pelo rizado "como el de un perro de lanas de calendario") quien se lo trae junto con bolsitas de salsa picante, tomate, mahonesa y mostaza. Si es que hay hombres doblemente malos para el corazón...

Sue Grafton, "K de Kinsey". Barcelona, Tusquets, 1995.

Lectora

13 de noviembre de 2009


Cornelia sale a correr con su amiga Iris. Ésta, inopinadamente, le pregunta que si de verdad lee novelas policíacas. La comisaria dice que sí. Y su amiga se extraña: "(...) es como llevarse trabajo a casa". Pero Cornelia le replica que la mayoría de las veces lo que se narra se parece muy poco a lo que hacen los policías (ella, personaje de ficción lo afirma). La pirueta metaliteraria no concluye aquí, pero sí lo que a mí me interesa anotar: faltaría más, digo yo. La novela policíaca es un artefacto literario y, como tal, se cosntruye con los elementos literarios propios (un tema convencional, un formato narrativo, una tradición literaria -la que arranca de la novela decimonónica, con su descripción del entorno social, su carga de folletón, su costumbrismo urbano). Lo que sí se le pide a la novela policíaca o negra en general, es versosimilitud. Que utilice esos recursos literarios y los datos extraídos de un entorno concreto de una forma creíble. Y que se digan los menos disparates posibles acerca de las labores policiales. Que, como todas las labores, son tediosas pero de una concreción meridiana.

La ilustración reproduce un cuadro de Francine Van Hove y se titula "Liseuse".

Rosa Ribas. "Con anuncio". Barcelona, Viceversa, 2009.

La carne obscena

11 de noviembre de 2009



En otro lugar he escrito que la única carne obscena es la de los muertos. En una sociedad en la que el sexo ha perdido en parte su carácter escandaloso para convertirse en un objeto de hiperconsumo, la única obscenidad verdadera, la auténtica, es la de la muerte. No la muerte ficcionalizada, pasada por los filtros de los medios de comunicación audiovisual, las artes tradicionales o los géneros literarios, sino la muerte cercana, cotidiana, la que nos atañe a cada uno de nosotros con su cercanía insoportable.

www.lacavernadeplaton.com. Revista de filosofía co-dirigida por Luis Fernández-Castañeda Belda.

Trotsky


Pongo "Trotsky" en el buscador de imágenes y me salen ciento veintiseis mil perros que se llaman "Trotsky". Raro capricho el de sus dueños. Insisto. Busco ahora un Trotsky joven, un Trotsky antes de Trotsky, y lo encuento. Un joven ligeramente estrábico, con una piel tersa como una manzana y pletórico de pelo y de vida. La camisa de tirilla, sin cuello, es encantadora. ¿Qué piensa cuando le hacen la foto? Nada, como siempre que nos hacen fotos. Puede que en la vida, que se abría dilatada ante sus ojos...Qué se iba a imaginar el joven Trotsky que se iba a converir en una figura histórica controvertida pero crucial en la historia de Rusia. O que iba a ser asesinado en Méjico por un sicario español...Menos todavía podía imaginarse que un escritor cubano novelaría su trágico final.

Leonardo Padura, "El hombre que amaba a los perros". Barcelona, Tusquets, 2009.

Muerte de Antínoo

10 de noviembre de 2009


La muerte del joven bitinio sigue envuelta en el misterio, como conviene al mito. La realidad nunca se compadeció bien con las historias amorosas, de modo que a éstas les conviene zonas de sombra a discreción. Lo único que sabemos es que Antinoo murió ahogado en el Nilo y fue divinizado. El emperador Adriano mandó erigir estatuas del joven, que quedó así inmortalizado con su juvenil belleza.
¿Se suicidó Antínoo para que los hados protegiesen a su amado, el emperador? ¿Sucumbió a una intensa melancolía, como sugieren otros? ¿Fue un accidente trivial lo que lo hizo acceder al número de los inmortales? La emperatriz Sabina, es fama, no derramó ni una lágrima por el infortunado joven.

Las contradicciones de Cornelia

8 de noviembre de 2009


El personaje de Cornelia no está exento de contradicciones: es una mujer fuerte y decidida, pero vulnerable también. Como comisaria de policía tiene una trayectoria profesional y unas aptitudes indiscutibles. Sabemos también que es atractiva; en algún lugar se dice que tiene la nariz torcida, pero este detalle no empece un aspecto que debe ser agradable en su conjunto. Y tiene, además, treinta y nueve años y una vida sentimental lamentable. ¿Por qué sigue con un tipo que la ha dejado durante un tiempo para irse a Australia a "encontrarse a sí mismo" y que la llamaba por teléfono para preguntarle si no se alegraba por él? ¿Por qué acepta que la chantajee con la edad y el deseo nebuloso de tener hijos? Sí, es su marido; se llama Jan. Hijo de un zoólogo naturista del que ha heredado algunos de sus preceptos (duchas frías, dormir con la ventana abierta...). Me quedan ciento y pico páginas para acabar la novela. Pero a Jan, sospecho, no le quedan ni dos telediarios.

(Fotografía de Ayers Rock, Australia).

Rosa Ribas, "Con anuncio". Barcelona, Viceversa, 2009.

Alda Merini

7 de noviembre de 2009




La vida de la poetisa Alda Merini (Milán, 1931-2009) fue un intenso claroscuro. Períodos de lucidez visionaria, en los que escribió su magnífica poesía, alternaron con períodos de negra lucidez, en los que fue recluida en diversos manicomios y sometida a brutales terapias. La locura, en su caso, no fue el reverso de la creación sino una fuente oscura y densa, embarrizada y matérica, que la nutrió en profundidad.
También escribió (y ha sido una sorpresa para mí constatarlo) una novela negra. No hay, que yo sepa, traducción al español. Por las reseñas que leo en italiano, narra con descarnado humor el caso del hallazgo de "una tibia in giardino": un "osso integerrimo di un uomo integerrimo".
Paradojas de la vida, Alda ha muerto de un cáncer óseo. Ella, la empedernida fumadora, la portadora de perlas en la pobreza.

Alda Merini, "La nera novella". Rizzoli, 2007.

Un cadáver en la biblioteca

5 de noviembre de 2009


Por algo es la reina del género negro:el comienzo de la novela tiene la levedad y la gracia de las mejores comedias, el tono justo de humor para ahuyentar el morboso tema que se desarrolla. A pesar, incluso, de que existe una ley no escrita de que jamás se debe contar un sueño en una novela (el lector no se merece que utilicemos los recursos narrativos oníricos en provecho exclusivo de los que escribimos; el lector suele quedar burlado o frustrado al descubrir que es un sueño lo narrado).La señora Bantry sueña y es despertada, no con el tintineo de la porcelana con el primer té del día, sino con la sorprendente y desagradable noticia de que hay un cadáver en el suelo de su biblioteca....Desde luego no hay peor sitio para un cadáver: el pobre ya no puede leer e impide a los otros acceder a los libros, aunque sea por poco tiempo.

Ágatha Christie, "Un cadáver en la biblioteca. El caso de los anónimos".Barcelona, Debolsillo, 2003.

Madero



"Madero", en el argot, significa "policía". Veo las estadísticas de mi blog y compruebo que algunas personas entren en él desde Puerto Madero (uno de los barrios más pujantes del Gran Buenos Aires, Argentina) y también desde Ciudad Madero (Tamaulipas, Méjico).
Si es que no podía ser de otra manera... (Gracias, anónimos blogueros).

Chorizos

4 de noviembre de 2009


¿Quién novelará este panorama de chorizos? Un paisaje en el que, un día sí y otro también aparecen casos de corrupción en ayuntamientos de toda laya (grandes y pequeños, girondinos y jacobinos, costeños y de interior). No es que el engaño y la choricería sean patrimonio de los políticos municipales, ni que en el conjunto de las actividades económicas no haya robos ni engaños. Pero resulta tan notoria la podredumbre y tan contaminada la acción política por una serie de politicastros, que da grima acercarse a la res publica. Ni siquiera de forma literaria.
En el teatro del siglo XVIII había "chorizos" y "polacos" (partidarios de una u otra estética teatral). En la actualidad somos más los "polacos"; pero los chorizos, como los de la fotografía, gozan de una lustrosa visibilidad.

Muertes de perro

3 de noviembre de 2009



Cuando estalló la Guerra Civil,en 1936, Francisco Ayala tenía treinta años. Pero ya era catedrático de Sociología y letrado de las Cortes españolas; ya había escrito su obra más vanguardista y ya tenía una hija que, con el tiempo, se convertiría en una prestigiosa historiadora del arte. Podía haber sido el hermano menor de Federico, nacido tan sólo ocho años antes que él.
Federico García Lorca y Francisco Ayala compartían un mismo lugar de origen, pero no pudieron tener finales más distintos: Federico fue asesinado en la flor de la vida; Francisco disfrutó de una vida longeva. Federico murió como un perro, víctima del alzamiento que desembocaría en una dictadura; Francisco escribió una alegoría sobre las dictaduras (todas las dictaduras y su cinismo irrevocable), una obra literaria perfecta titulada "Muertes de perro" (1958).

(Francisco Ayala ha muerto hoy, a los ciento tres años de edad)

Francisco Ayala, "Muertes de perro". Madrid, Alianza, 2006.

Huesos de santo

2 de noviembre de 2009


En estos primeros días de noviembre hay costumbres acrisoladas, como la de acudir a los cementerios con generosos ramos de flores. O la de endulzarse el paladar con dulces como los llamados "huesos de santo". No son costumbres tan disímiles, como pudiera parecer. Aunque la segunda puede ser interpretada como un mecanismo de compensación ante el terrible hecho de la muerte (disfrutemos de lo dulce de la vida), también es una continuación del rito primero, en el sentido de que hace referencia (bien es verdad que de una forma laxa e irónica) a la santidad de los personajes que la iglesia católica ha sancionado como tales.
El culto a los restos corporales, a las reliquias, comienza en los primeros momentos del cristianismo, desde los primeros mártires. Pero se perpetúa a lo largo de toda la historia de la iglesia.Con esa devoción se busca la cercanía de los santos, de los intercesores ante Dios. En el fondo no es sino una forma de devoción extrema hacia lo corpóreo que habrá de resucitar, en todo su esplendor, al final de los tiempos.

Pedro Castillo Maldonado, "Los mártires hispanorromanos y su culto en la Hispania de la Antigüedad Tardía". Granada, Universidad de Granada, 1999.

Mujeres y academias


Durante el siglo XVII surge la ciencia tal y como la entendemos hoy. Nace al margen de las esclerotizadas universidades, heredadas del Medievo, que son incapaces de servir como cauce a una nueva forma de comprender y estudiar el mundo. Se crean por tanto instituciones nuevas, las Academias, que sí dan cabida a la nueva ciencia matematizada y experimental. A lo que no dan cabida estas nuevas instituciones es a las mujeres. Este contexto (un nuevo panorama epistemológico e institucional) podía haber sido el adecuado para que las mujeres se incorporaran al nuevo quehacer científico. Pero no fue así. Como señala con humor Londa Schiebinger refiriéndose a la Royal Society de Londres, "Durante casi trescientos años, la única presencia femenina permanente en ella fue un esqueleto conservado en la colección anatómica de la sociedad".

Londa Schiebinger, "¿Tiene sexo la mente?". Madrid, Cátedra, 2004.

No acosen al asesino

1 de noviembre de 2009




Un escenario agathacrhisteano: una cristalera de doble hoja que da al jardín y un sillón frente a ella; el juez Medina dormita. Quizá está soñando con su propia muerte, aventura el asesino. Y acto seguido lo degüella. Éste es el comienzo de la novela. Como el resto de la serie, la novela está protagonizado por la jueza Mariana de Marco, que aquí está al frente del juzgado de primera instancia en la localidad ficticia de San Pedro del Mar. En otro volumen de la serie, se trasladará a otra ciudad. Pero éste es su primer destino (y su primer caso novelado). Mariana se ha integrado relativamente tarde en la judicatura, después de haberse dedicado bastantes años a la abogacía, y después de haberse divorciado.
El asesinato se ha producido en la zona residencial de Las Lomas, una zona de chalés rodeados de jardines amplios. Mariana está relacionada con esa sociedad acomodada (una amiga de toda la vida reside allí) donde por supuesto vive también el asesino.
Lo interesante de la trama será conocer cómo Mariana va ordenando las piezas del puzzle macabro que siempre es un asesinato y, sobre todo, conocer las razones de ese inexplicable asesinato. Como dice el asesino, asombrado ante su propia tranquilidad de espíritu, “Uno nunca acaba de conocerse a sí mismo”.


J. M. Guelbenzu, “No acosen al asesino”. Madrid, Punto de Lectura, 2007.

Abstracción

31 de octubre de 2009


La novela es un arte figurativo. No tolera la abstracción, como en cierto grado sí lo hace la poesía. La novela necesita recrear una realidad, necesita esa realidad como materia prima insustituible. Aunque sea para verterla en moldes que la rehagan hasta la inverosimilitud. Ya nadie repite el adagio stendhaliano de que la novela es un fiel reflejo de la realidad (un espejo en el camino) porque los moldes literarios son demasiado obvios y los resultados demasiado artificiosos como para confiar en una fiel duplicación de lo real. La novela negra, sobre todo, necesita, amén de personajes enterizos, sociedades concretas y espacios físicos reconocibles. Estos pueden conservar su toponimia real(Venecia, Barcelona, Fráncfort) o adquirir una postiza, inventada, una frágil película que apenas vela lo que quiere ocultar. Pues los agudos perfiles de lo real (una realidad seleccionada con los aspectos más crueles y desagradables de la misma) no dejarán de transparentarse para crear una agradable ficción.
El novelista es un artista con vocación figurativa.

La ilustración es un tapiz diseñado por la artista Sophie Taeuber-Arp (1889-1943).

El monte de las ánimas

29 de octubre de 2009


No sé cuándo leí este relato. Hace ya mucho tiempo. No sería en la edición que cito abajo, seguro. No recuerdo el libro, sus características; creo que no tenía ilustraciones, porque el recuerdo procede de las imágenes de mi imaginación, no de dibujos o fotografías. Pero sí recuerdo el intenso pánico de Beatriz. La muy vana le ha pedido a su primo, por puro capricho, a modo de sádico divertimento, que le traiga una cinta azul que ha perdido esa mañana, durante la cacería, en el Monte de las Ánimas. Que se la traiga en esa misma noche de difuntos. Recuerdo el miedo de Beatriz duarnte la noche El miedo en el que se ha trocado la presunción de que ese hombre (cualquier hombre)haría lo que ella desease. El horror cuando contempla la cinta ensangrentada en su habitación, al tiempo que sabemos que su primo, Alonso, ha muerto devorado por los lobos en el maldito Monte de las Ánimas.

8La ilustración es del pintor germano Caspar David Friedrich).

Gustavo Adolfo Bécquer, "Rimas y leyendas". Madrid, Espasa-Calpe, 2004.

Fráncfort

28 de octubre de 2009


Ya tengo mi "rosa ribas". La autora me mira con afabilidad desde la solapa del libro y yo la miro a ella y los títulos de los capítulos con precisos sutantivos ("Margaritas", "Regresos", "Vigilias", "Puntualidad", "Galletas para perros") y el plano de la ciudad de Fráncfort, de la que no conozco nada. El libro es denso y apretado, con papel de agradable tacto, como conviene a una lectura agradable.
Comienza el festín.

Rosa Ribas, "Con anuncio". Barcelona, Viceversa, 2009.

Doña Perfecta


Ayer me leí de una sentada "Doña Perfecta". Era una de las pocas novelas de Galdós que me quedaba por leer (exceptuando los "Episodios Nacionales", cuyos últimos volúmenes subleí o desistí de leer). Me enganchó la fuerza inusitada de la narración y, sobre todo, el curioso paralelismo con "La Regenta" de Clarín. Aunque la precedencia cronológica es de Galdós, que publica su obra e 1876, casi un decenio antes que Clarín. En ambas novelas las ciudades, la Urs Augusta u Orbajosa galdosiana y la Vetusta clariniana, tienen un papel que va más allá del hecho de ser escenario de unos sucesos y se convierten en un protagonista indiscutible. Claro que las protagonistas no pueden ser más distintas: a la hermosísima y buenaza de Ana Ozores se contrapone el carácter malvado de esa belleza agostada que es doña Perfecta. Pero, sobre ser el símbolo del fanatismo religioso patrio, doña Perfecta es la inductora de un crimen. Un crimen horrendo para el que no duda en utilizar a un hombre y que quedará impune. Después de eso, le dedicará aún más tiempo y recursos económicos a obras piadosas y beatorrerías.

Benito Pérez Galdós, "Doña Perfecta". Madrid, Cátedra, 2008.

Derecho al misterio

26 de octubre de 2009


Todos tenemos derecho a un misterio o dos (el misterio, como el caldo concentrado, nos enriquece). Más aún una escritora de novela de misterio. Más aún la más grande de las escritoras de novela negra, la que -ella solita- desbrozó el camino de la novela negra como fenómeno de masas. Por supuesto Ágatha Christie tiene su misterio, el episodio más enigmático de una biografía en general apacible como un cottage con césped y rosas. ¿Por qué una noche diciembre de 1926 la autora abandonó su coche en el borde de la carretera? ¿Dónde estuvo los once días siguientes? ¿Por qué alegó haber padecido una suerte de amnesia transitoria? ¿Por qué nunca quiso hablar de este episodio de su vida? ¿Hasta tal punto fue traumático para ella? ¿Trataba de llamar la atención de su marido, que en ese momento no se encontraba con ella? ¿Trataba de desaparecer para siempre? ¿Pero cómo llegó a un hotel de Harrogate si dejó abandonados, además del automóvil,su abrigo y su equipaje?
Su biógrafa apunta hacia un episodio depresivo, motivado por la inesperada muerte de su madre y la petición de divorcio de su marido para casarse con otra mujer. Una época tan nefasta para la escritora que ni siquiera podía dar término a la novela que le habían encargado.
Todos tenemos derecho a un misterio pero a la búsqueda de la felicidad también.

Gillian Gill, "Ágatha Christie. Vida y misterio". Madrid, Espasa-Calpe, 1995.

Tanta gente sola

25 de octubre de 2009



¿Por qué quiere suicidarse Felicidad Azurmendi? En el relato "En la azotea", perteneciente al libro "Tanta gente sola", de Juan Bonilla, asistimos incrédulos al espectáculo organizado en torno a la fatídica decisión. ¿Por qué quiere acabar con su vida esta joven que trata de subir a la azotea de un bloque de pisos? Tal vez, aventura el narrador, para comprobar si, en el último instante, como afirma la leyenda urbana, pasa toda la vida del pre-muerto condensada en imágenes. O tal vez, escribe el autor, "resulta que no es la vida que hemos vivido y ya termina sino la vida de otro, la vida de un desconocido que fue más desgraciado o más feliz, o la vida que pudiste ser y no te atreviste a ser, del que serías si hubieras tomado las decisiones acertadas en cada encrucijada, o una vida de melé de estampas que le espera a alguien a quien quieres y a quien ya no podrás avisar de lo que le espera y acerca del que te gustaría saber qué va a ser de él cuando ya no estés para salvarlo".
El relato, con un estupendo tour de force final, nos hace amagar una sonrisa. Una sonrisa que no salvará a ningún suicida, pero que es un reconocimiento al inmenso talento narrativo de Bonilla.

(La ilustración es un óleo de Juan Díaz Almagro titulado "Mujer en la azotea").

Juan Bonilla, "Tanta gente sola". Barcelona, Seix-Barral, 2009.

Zola negro



No conocía al Zola cuentista (sólo había leido las novelas "Naná", "El dinero", "La taberna", "Germinal" y "El paraíso de las damas", una bella parábola sobre los centros comerciales). En este libro de la editorial El olivo azul leo cuatro relatos del autor naturalista francés (1840-1902) con el tema común de la muerte. Él, que tenía un pánico feroz a la muerte según es fama, realiza una fría disección sobre la muerte en sus más diversos aspectos sociales. No habla de sentimientos: sólo describe, sólo narra con una precisión de escalpelo, con una atípica lucidez de visionario (el retrato de la condesa Mathilde de Verteuil, con su actitud ante la muerte de su esposo entre educada y displicente, es magnífico y escalofriante a la vez). El título nos trae referencias de los "ars moriendi" medievales, los tratados que versan sobre el adecuado modo de abandonar esta vida. Pero el que escribe,claro,querido Émile, habla siempre de la muerte de los otros. De la de madame Guèrard o de madame Rousseau, la pobre tendera tísica, cuyo viudo lamentará sobre todo que la tienda esté cerrada entre semana.
Un auténtico tratado del "inexcusable deber" en la era burguesa.

Émile Zola, "El arte de morir".Córdoba, El Olivo Azul, 2009.

L de ley (o fuera de ella)



Henry Pitts, el casero octogenario del que está medio enamoriscada Kinsey Milhone, le pide un favor. Que se interese por el caso de su amigo Johnny Lee. El amigo descansa ahora en una bonita urna de mármol en la repisa de la chimenea de su nieto. Pero su nieto quiere enterrarlo con honores militares y, cuando va a pedir información a las Fuerzas Armadas, no le proporcionan ninguna. Literalmente no existe. O bien el abuelito no estuvo nunca en el ejército, o bien el ejército tiene algo que ocultar con respecto al abuelito. Kinsey se meterá en un berenjenal tremendo del que saldrá malparada: casi la matan, casi pierde los dos incisivos superiores...Y una detective podrá no tener "cabeza" pero no tener dientes...Con qué iba a morder Kinsey esas abominables hamburguesas o esos sándwiches chorreantes de mayonesa y repletos de pepinillos en vinagre. O los testículos de un asesino, en su última entrega.

Sue Grafton, "L de ley (o fuera de ella)". Barcelona, Tusquets, 1996.